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LAS TIERRA DE LA BIBLIA

CUANDO Israel se preparaba para entrar en la Tierra Prometida, Moisés expresó a Dios un profundo deseo: “Déjame pasar, por favor, y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, esta buena región montañosa y el Líbano” (Dt 3:25).

20 comentarios :

  1. El mundo de los patriarcas

    ESTEBAN comenzó un famoso discurso con algunos datos geográficos: “[Jehová] se apareció a nuestro antepasado Abrahán, cuando él estaba en Mesopotamia, antes que se domiciliara en Harán, y le dijo: [...] ‘Ve a la tierra que yo te mostraré’” (Hch 7:1-4). Aquel mandato propiciaría una serie de sucesos clave que ocurrirían en la Tierra Prometida y que tendrían como protagonistas a Abrahán, Isaac y Jacob, sucesos vinculados al propósito divino de bendecir a la humanidad (Gé 12:1-3; Jos 24:3).

    Ur se hallaba cerca del extremo oriental de la Media Luna Fértil, un semicírculo que se extiende desde Palestina hasta las cuencas de los ríos Tigris y Éufrates.

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  2. Posteriormente, su hijo Jacob (Israel) tuvo que emprender un largo viaje parecido a aquel para casarse con una adoradora de Jehová, pero al regreso siguió un itinerario algo diferente. Tras vadear el Jaboq cerca de Penuel, luchó con un ángel (Gé 31:21-25; 32:2, 22-30). Esaú se encontró con él en esta zona, y luego, cada uno de ellos se puso a morar en una región distinta (Gé 33:1, 15-20).

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    Después de que su hija Dina fue violada en Siquem, Jacob se trasladó a Betel. Ahora bien, ¿puede imaginarse hasta dónde llegaron los hijos de Jacob para que los rebaños de él pastaran y dónde dio con ellos José? En este mapa, y en el de las páginas 18 y 19, podrá ver la distancia que separa Betel de Dotán (Gé 35:1-8; 37:12-17). Los hermanos de José lo vendieron a unos mercaderes que se dirigían a Egipto. Aquel incidente preparó la escena para la llegada de los israelitas a Egipto y para el éxodo. ¿Qué ruta cree usted que siguió la caravana de los mercaderes hasta llegar a su destino? (Gé 37:25-28.)

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  3. De Egipto a la Tierra Prometida:

    TODO el mundo ha oído hablar del éxodo de Egipto. Pero ¿qué les esperaba a Moisés y al pueblo de Dios después de cruzar el mar Rojo? ¿Hacia dónde se dirigieron, y cómo llegaron al río Jordán para entrar en la Tierra Prometida?

    Su destino era la tierra de Canaán
    Erigieron el primer campamento en Marah, donde Jehová convirtió agua amarga en dulce.* Después de partir de Elim, murmuraron por causa del alimento, y Dios les dio codornices y luego maná. En Refidim volvieron a quejarse por el agua, derrotaron a los amalequitas que los atacaban, y el suegro de Moisés instó a este a apoyarse en hombres capaces (Éx, caps. 15-18).

    Moisés llevó a los israelitas a las montañas que se alzaban más al sur y los hizo acampar al pie del monte Sinaí. Allí el pueblo recibió la Ley, construyó el tabernáculo y ofreció sacrificios. En el segundo año se dirigieron al norte a través de un “desierto grande e inspirador de temor”, y parece que les tomó once días llegar a la zona de Qadés (Qadés-barnea) (Dt 1:1, 2, 19; 8:15). Por ceder al temor que les infundió el informe negativo de diez espías, vagaron treinta y ocho años (Nú 13:1–14:34). Entre otros lugares, se detuvieron en Abroná y Ezión-guéber, y luego regresaron a Qadés (Nú 33:33-36).

    Cuando por fin llegó el momento de que se encaminaran a la Tierra Prometida, no marcharon directamente al norte, sino que rodearon el corazón de Edom para subir por “el camino del rey” (Nú 21:22; Dt 2:1-8). Para toda una nación que llevaba consigo niños, animales y tiendas, no fue una senda fácil de recorrer, pues su trazado descendía serpenteando hasta el fondo de imponentes desfiladeros como los de Zered y Arnón (cuya profundidad supera los 500 metros), para luego ascender por el lado opuesto (Dt 2:13, 14, 24).

    Finalmente alcanzaron el monte Nebo. Míriam había muerto en Qadés; Aarón, en el monte Hor, y ahora moría Moisés teniendo a la vista la tierra en la que había deseado entrar (Dt 32:48-52; 34:1-5). Le correspondió a Josué introducir a Israel en ella, y así llegó a su fin una travesía que había comenzado cuarenta años atrás (Jos 1:1-4).

    [Nota]

    Se desconoce la ubicación exacta de la mayoría de los lugares donde acamparon.

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  4. Israel en su entorno geográfico

    JEHOVÁ le dijo a Abrahán: ‘Vete de Ur, en Mesopotamia, al país que yo te mostraré’. Ese país estaba habitado y rodeado por otras naciones (Gé 12:1-3; 15:17-21).

    Cuando el pueblo de Dios salió de Egipto, ellos no ignoraban que quizá tendrían que vencer la resistencia de adversarios tales como “los déspotas de Moab” (Éx 15:14, 15). Los amalequitas, los moabitas, los ammonitas y los amorreos se hallaban en el camino de Israel hacia la Tierra Prometida (Nú 21:11-13; Dt 2:17-33; 23:3, 4). Además, en dicha tierra encontrarían otras naciones enemigas.

    Dios declaró que Israel tendría que “quitar de delante” de él siete “naciones populosas” que merecían ser destruidas: los hititas, los guirgaseos, los amorreos, los cananeos, los perizitas, los heveos y los jebuseos. Todas ellas se caracterizaban por su corrupción moral y religiosa. Entre sus dioses figuraba Baal (conocido por sus símbolos fálicos en forma de columnas de piedra), Mólek (a quien se sacrificaban niños) y la diosa de la fertilidad, Astoret (Astarté) (Dt 7:1-4; 12:31; Éx 23:23; Le 18:21-25; 20:2-5; Jue 2:11-14; Sl 106:37, 38).

    En ocasiones se llama “Canaán” a toda la zona geográfica que Dios le iba a dar a Israel, desde el norte de Sidón hasta “el valle torrencial de Egipto” (Nú 13:2, 21; 34:2-12; Gé 10:19). Otras veces, la Biblia menciona el nombre de varias naciones, ciudades estado o gentes de esa tierra. Algunas estaban establecidas en una región concreta, como los filisteos en la costa o los jebuseos en las montañas que rodeaban Jerusalén (Nú 13:29; Jos 13:3). Otras, en cambio, eran nómadas (Gé 34:1, 2; 49:30; Jos 1:4; 11:3; Jue 1:16, 23-26).

    Para el tiempo del éxodo, es probable que los amorreos fueran la tribu más poderosa (Dt 1:19-21; Jos 24:15).* Habían conquistado las tierras moabitas hasta el valle torrencial de Arnón, aunque el territorio al otro lado de Jericó aún se denominaba “las llanuras desérticas de Moab”. Los reyes amorreos también gobernaban Basán y Galaad (Nú 21:21-23, 33-35; 22:1; 33:46-51).

    A pesar de que contaban con el respaldo divino, los israelitas no eliminaron a todas aquellas naciones condenadas, las cuales se convirtieron con el tiempo en un lazo para ellos (Nú 33:55; Jos 23:13; Jue 2:3; 3:5, 6; 2Re 21:11). En efecto, Israel cayó en la trampa a pesar de esta advertencia: “No deben andar tras otros dioses, ninguno de los dioses de los pueblos que se hallan todo en derredor de ustedes” (Dt 6:14; 13:7).

    [Nota]

    Al igual que cananeo, el término amorreo podía designar a todos los pueblos del territorio o a uno de ellos (Gé 15:16; 48:22).

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  5. “Una tierra buena y espaciosa”

    JUNTO a la zarza ardiente, Dios comunicó a Moisés que liberaría a Su pueblo ‘de la mano de los egipcios y los haría subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que manaba leche y miel’ (Éx 3:8).
    Sección transversal de la Tierra Prometida
    Topografía de la Tierra Prometida

    Estas dos imágenes de computadora le ayudarán a hacerse una idea de la variedad de regiones naturales y terrenos de la Tierra Prometida (las elevaciones se han resaltado para mostrar mejor el relieve). Consulte la tabla de colores para determinar las altitudes con respecto al nivel del mar.

    [Nota]
    Publicaciones editadas por los testigos de Jehová.

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  6. Cuando “Jehová levantaba jueces”

    NO LE costará hallar el monte Tabor (F4) en el mapa contiguo, al sudoeste del mar de Galilea, en el valle de Jezreel. Trate de imaginar un ejército de 10.000 hombres reunido en la cima. Jehová se valió del juez Barac y de la profetisa Débora para incitar a todo Israel a pelear contra Jabín, rey cananeo que llevaba veinte años oprimiendo al pueblo. Al mando de Sísara, el jefe de su ejército, los 900 carros de Jabín, armados con temibles guadañas de hierro, llegaron desde Haróset hasta el lecho seco del Cisón, entre Meguidó y el monte Tabor.

    El juez Barac condujo a los hombres de Israel al valle para luchar contra las fuerzas de Sísara, y Jehová aseguró la victoria causando una súbita inundación que inmovilizó los carros de Sísara y sembró el pánico entre los cananeos (Jue 4:1–5:31). Esta es solo una de las muchas victorias que Dios concedió a Israel en la época de los jueces.

    Tras la conquista de Canaán, la tierra se repartió entre las tribus de Israel. Observe dónde se establecieron algunas tribus no levitas. A la pequeña tribu de Simeón se le otorgaron varias ciudades enclavadas en el territorio de Judá. Después de la muerte de Josué, los israelitas decayeron en sentido espiritual y moral, y los enemigos los pusieron “en muy grave aprieto”. En su gran compasión, “Jehová levant[ó] jueces”, doce hombres de fe y valor que durante tres siglos libraron a la nación de sus opresores (Jue 2:15, 16, 19).

    El juez Gedeón derrotó a 135.000 guerreros madianitas con tan solo 300 hombres ligeramente armados, pero capaces de moverse con rapidez. El campo de batalla se situó entre el monte Guilboa y Moré. Tras su victoria inicial, Gedeón persiguió al enemigo hacia el este, hasta adentrarse en el desierto (Jue 6:1–8:32).

    Jefté, galaadita de la tribu de Manasés, libró del yugo ammonita a las ciudades de Israel situadas al este del Jordán. Para lograr su victoria, probablemente empleó el Camino del Rey, que unía Ramot-galaad con la zona de Aroer (Jue 11:1–12:7).

    Las hazañas de Sansón contra los filisteos tuvieron como escenario la zona litoral entre Asquelón y Gaza. Esta última se encuentra en una región bien regada, famosa por sus productos agrícolas. Fue allí donde Sansón se valió de 300 zorras para prender fuego a los campos de grano, las viñas y los olivares de los filisteos (Jue 15:4, 5).

    Bien porque el relato bíblico mencione lugares concretos, o porque se desprenda del nombre de la tribu a la que pertenecían, sabemos que hubo jueces por toda la Tierra Prometida. Sin importar dónde ocurrieran los hechos, Jehová cuidó a su pueblo arrepentido en tiempos de crisis.

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  7. Israel en tiempos de David y Salomón

    DIOS prometió dar a la descendencia de Abrán la tierra que se extendía “desde el río de Egipto hasta [...] el río Éufrates” (Gé 15:18; Éx 23:31; Dt 1:7, 8; 11:24). Cuando Josué entró en Canaán, aún faltaban unos cuatro siglos para que la Tierra Prometida alcanzara dichos límites.

    El rey David conquistó el reino arameo de Zobá, que llegaba hasta el Éufrates, en el norte de Siria.* Hacia el sur, sus victorias sobre los filisteos le permitieron expandir su reino hasta la frontera con Egipto (2Sa 8:3; 1Cr 18:1-3; 20:4-8; 2Cr 9:26).
    David y Salomón (caminos)
    Fronteras (en el tiempo de Salomón)

    Luego, Salomón dominó “desde el Río [Éufrates] hasta la tierra de los filisteos y hasta el límite de Egipto”, y su mandato prefiguró el pacífico reinado del Mesías (1Re 4:21-25; 8:65; 1Cr 13:5; Sl 72:8; Zac 9:10). Sin embargo, normalmente se decía que la tierra que ocupaba Israel iba “desde Dan hasta Beer-seba” (2Sa 3:10; 2Cr 30:5).

    El rey Salomón desobedeció a Dios al acumular numerosos caballos y carros (Dt 17:16; 2Cr 9:25). Estos podían recorrer toda una red de calzadas y rutas (Jos 2:22; 1Re 11:29; Isa 7:3; Mt 8:28). Solo conocemos bien el trayecto de unas pocas de ellas, como “la calzada que sub[ía] de Betel a Siquem y hacia el sur de Leboná” (Jue 5:6; 21:19).

    El libro The Roads and Highways of Ancient Israel (Los caminos y rutas del antiguo Israel) hace esta observación: “La dificultad más obvia al investigar la red viaria del antiguo Israel es el hecho de que no haya perdurado en el país ningún rastro de los caminos del período del Viejo Testamento, pues no estaban pavimentados”. Aun así, la topografía y los restos de ciudades desenterrados indican el trayecto de muchos de ellos.

    Los caminos solían condicionar los movimientos de tropas (1Sa 13:17, 18; 2Re 3:5-8). A fin de atacar Israel, los filisteos marcharon desde Eqrón y Gat hasta la zona situada “entre Socoh y Azeqá”, y el ejército de Saúl se encontró con ellos “en la llanura baja de Elah”. Cuando David dio muerte a Goliat, los filisteos huyeron y regresaron a Gat y Eqrón, mientras que David subió a Jerusalén (1Sa 17:1-54).

    Lakís (D10), Azeqá (D9) y Bet-semes (D9) se hallaban en rutas naturales que atravesaban la Sefelá y se dirigían a las colinas de Judea, de modo que eran ciudades clave para detener a los enemigos que desde la Via Maris intentaran penetrar en el corazón de Israel (1Sa 6:9, 12; 2Re 18:13-17).

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    [Nota]

    El territorio de los rubenitas se adentraba en el desierto de Siria, cuyo límite occidental era el Éufrates (1Cr 5:9, 10).

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  8. La Tierra Prometida

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    SIGNOS CONVENCIONALES

    ▴ Ciudades levitas

    ▵ Ciudades de refugio

    • Lugares de las Escrituras Hebreas

    ○ Lugares de las Escrituras Griegas

    ▪ Lugares de las Escrituras Hebreas y Griegas

    Zona de Jerusalén

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    [Fuentes y pozos]

    Neftóah

    En-semes

    En-roguel

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  9. Jerusalén y el templo de Salomón
    Ciudad de David

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    SE LA llamó “la perfección de la belleza” y “el pueblo del gran Rey” (Sl 48:2; 50:2; Lam 2:15). Jerusalén fue la capital de la nación de Dios (Sl 76:2). Cuando David se la arrebató a los jebuseos y la hizo su capital, fue llamada “la ciudad de David”, o sencillamente “Sión” (2Sa 5:7).

    Aunque no gozaba de una ubicación muy estratégica, se hizo célebre porque Dios colocó Su nombre sobre ella (Dt 26:2). Por lo tanto, fue el centro religioso y administrativo de la nación.

    La ciudad se halla a una altitud de 750 metros, en el corazón de las montañas de Judea. La Biblia hace alusión a su “encumbramiento” y a los que ‘subían’ para adorar a Dios allí (Sl 48:2; 122:3, 4). La Jerusalén antigua estaba rodeada de valles: el de Hinón al oeste y al sur, y el valle torrencial de Cedrón al este (2Re 23:10; Jer 31:40). El manantial de Guihón,* en el valle de Cedrón, y el de En-roguel, al sur, la abastecían de agua fresca, algo de especial importancia durante los asedios de ejércitos enemigos (2Sa 17:17).
    Jerusalén y el templo de Salomón

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    En el diagrama de la ciudad de David aparece en rojo. Durante los reinados de David y Salomón, la ciudad se extendió hacia el norte para incluir Ofel (en verde) y el monte Moria (en azul) (2Sa 5:7-9; 24:16-25). Salomón edificó un imponente templo en esta cima algo más elevada. Imagínese a las multitudes de adoradores subiendo a “la montaña de Jehová” para celebrar las fiestas anuales (Zac 8:3).

    Decorado con oro y piedras preciosas, el templo de Salomón fue una de las más costosas edificaciones de la historia, y es notable que fuera Jehová quien proporcionó los planos para su construcción. Tal como se ve en el grabado, el templo se hallaba flanqueado por grandes patios e instalaciones de servicios. Estudiar sus detalles realmente merece la pena (1Re 6:1–7:51; 1Cr 28:11-19; Heb 9:23, 24).

    [Nota]

    El rey Ezequías obstruyó este manantial y lo conectó mediante un túnel a una cisterna situada en el lado oeste (2Cr 32:4, 30).

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  10. Imperios que atacaron la Tierra Prometida
    Imperios asirio y babilónico

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    SAMARIA, la capital del reino norteño de Israel, fue capturada por los asirios en 740 a.E.C. De este modo, los israelitas cayeron en manos de un imperio cruel. Asiria se encontraba en el extremo norte de las llanuras de Mesopotamia, cerca del Tigris, uno de los grandes ríos de la Media Luna Fértil. Nemrod había fundado Nínive y Cálah, sus principales ciudades (Gé 10:8-12). En tiempos de Salmanasar III, Asiria se expandió hacia el oeste para apoderarse de Siria y del norte de Israel, regiones muy productivas y bien regadas.

    Este imperio comenzó a oprimir a Israel durante el reinado de Tiglat-piléser III (Pul), mencionado por nombre en la Biblia. Su campaña militar también afectó a Judá, situada al sur (2Re 15:19; 16:5-18). Con el tiempo, las “aguas” de Asiria inundaron Judá y llegaron hasta su capital, Jerusalén (Isa 8:5-8).

    El rey asirio Senaquerib invadió Judá en el año 732 a.E.C. (2Re 18:13, 14). Saqueó 46 de sus ciudades, entre ellas Lakís, estratégicamente situada en la Sefelá. Como muestra el mapa, esto significa que sus ejércitos rodearon y cercaron Jerusalén, la capital de Judá. Senaquerib se jacta en sus anales de que apresó a Ezequías “como a un pájaro en una jaula”, pero las crónicas asirias eluden mencionar la matanza de los soldados de Senaquerib que llevó a cabo el ángel de Dios (2Re 18:17-36; 19:35-37).

    El Imperio asirio tenía los días contados. Los medos, en su mayor parte procedentes de la accidentada meseta de lo que ahora es Irán, acosaron al resto del ejército asirio. Este hecho distrajo la atención de Asiria de sus provincias occidentales, las cuales también comenzaron a rebelarse. Mientras tanto, los babilonios se hacían más fuertes, e incluso capturaron la ciudad de Asur. Nínive, “la ciudad de derramamiento de sangre”, cayó en 632 a.E.C. ante una coalición de babilonios, medos y escitas (pueblo guerrero originario del norte del mar Negro), en cumplimiento de las profecías de Nahúm y Sofonías (Na 3:1; Sof 2:13).

    A Asiria le llegó su fin en Harán, donde trató de resistir el ataque de las aguerridas huestes babilónicas hasta que llegaran refuerzos de Egipto. Sin embargo, el avance del faraón Nekó hacia el norte se vio frenado en Meguidó por el rey Josías de Judá (2Re 23:29). Cuando Nekó llegó a Harán, ya era demasiado tarde: el Imperio asirio había caído.

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  11. Imperio babilónico

    ¿Qué ciudad le viene a la memoria al oír la expresión “jardines colgantes”? Babilonia, la capital de la potencia mundial del mismo nombre, representada proféticamente por un león alado (Da 7:4). La ciudad era célebre por su riqueza y comercio, así como por el predominio de la religión y la astrología. El imperio tenía su centro en las llanuras pantanosas del sur de Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates. Este último discurría por en medio de la capital, cuyas murallas parecían inexpugnables.

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    Los babilonios abrieron rutas comerciales a través del desierto rocoso del norte de Arabia. En cierto momento, el rey Nabonido residía en Temá y dejaba que Belsasar gobernara en Babilonia.

    Babilonia invadió Canaán en tres ocasiones. Tras la derrota que Nabucodonosor infligió a los egipcios en Carquemis (año 625 a.E.C.), los babilonios avanzaron hacia el sur y llegaron a Hamat, donde de nuevo se impusieron sobre los egipcios que se batían en retirada. A continuación asolaron la costa hasta el valle torrencial de Egipto, incluida la ciudad de Asquelón (2Re 24:7; Jer 47:5-7). Durante esta campaña, Judá se convirtió en vasalla de Babilonia (2Re 24:1).

    Cuando el rey Jehoiaquim de Judá se rebeló en el año 618 a.E.C., Babilonia envió contra Judá a los ejércitos de las naciones cercanas, mientras que sus propias tropas asediaron y tomaron Jerusalén. Poco después, la alianza que el rey Sedequías estableció con Egipto encendió la cólera de los babilonios, de modo que de nuevo invadieron Judá y empezaron a destruir sus ciudades (Jer 34:7). Finalmente, Nabucodonosor dirigió su ejército contra Jerusalén, y en el año 607 a.E.C. la conquistó (2Cr 36:17-21; Jer 39:10).

    LIBROS BÍBLICOS DE ESTE PERÍODO

    Oseas
    Isaías
    Miqueas
    Proverbios (parte)
    Sofonías
    Nahúm
    Habacuc
    Lamentaciones
    Abdías
    Ezequiel
    1 y 2 Reyes
    Jeremías

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    El pueblo de Dios regresa a su tierra
    Imperio medopersa

    DOS importantes cordilleras bordean la meseta en la que se sitúa el actual país de Irán: los montes Elburz (al sur del mar Caspio) y los Zagros (que corren hacia el sudeste, en dirección al golfo Pérsico). Ambos sistemas montañosos están surcados por largos y fértiles valles de laderas arboladas y clima templado. Pero más arriba, las áridas planicies azotadas por el viento sufren los rigores del gélido invierno, y en las cercanías se extiende el escasamente poblado desierto de la meseta. Fue en esta región, enclavada al este de Mesopotamia, donde surgió el Imperio medopersa.

    Los medos se concentraban en el norte de la meseta, aunque con el tiempo se extendieron a Armenia y Cilicia. Los persas, por otro lado, habitaban la parte suroccidental, al este del valle del Tigris. A mediados del siglo VI a.E.C., los dos reinos se aliaron a las órdenes de Ciro y formaron la potencia mundial medopersa.

    Ciro tomó Babilonia en 539 a.E.C. Sus dominios se extendieron desde la India, en el este, hasta Egipto y la actual Turquía, en el oeste. Apropiadamente, Daniel comparó el Imperio medopersa a un “oso” voraz que ‘comía mucha carne’ (Da 7:5). Ciro gobernó de modo humanitario y tolerante. Dividió el imperio en provincias, cada una administrada por un sátrapa que solía ser persa, si bien un gobernante local bajo su mando también ejercía cierta autoridad. A los pueblos del imperio se les animó a no dejar sus costumbres y religiones.

    En consonancia con esta política, Ciro permitió a los judíos que volvieran a Jerusalén para reconstruirla y reanudar la adoración verdadera, tal como relatan Esdras y Nehemías. ¿Cree usted que aquel gran grupo regresó por el camino que una vez recorrió Abrahán, remontando el Éufrates hacia Carquemis, o se inclina a pensar que tomó la ruta más corta, la que pasaba por Tadmor y Damasco? La Biblia no lo especifica (véanse las págs. 6, 7). Con el tiempo, los judíos también se establecieron en otras zonas del imperio, como en el delta del Nilo y aún más al sur. En Babilonia permaneció una considerable comunidad judía, lo que quizá explique por qué, siglos después, el apóstol Pedro visitó aquella ciudad (1Pe 5:13). En efecto, el Imperio medopersa tuvo mucho que ver con que hubiera judíos en numerosos lugares de los subsiguientes imperios griego y romano.

    Tras conquistar Babilonia, los medopersas hicieron de esta ciudad de veranos abrasadores un centro administrativo. Susa, la anterior capital de Elam, era una de las ciudades reales. Fue allí donde, posteriormente, el rey persa Asuero (al parecer Jerjes I) convirtió a Ester en su reina y frustró una conspiración que perseguía el exterminio del pueblo de Dios a lo largo y ancho del inmenso imperio. Otras dos capitales medopersas fueron Ecbátana (a más de 1.900 metros sobre el nivel del mar, con agradables veranos) y Pasargada (a la misma altitud, unos 650 kilómetros al sudeste).

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  13. ¿Cómo llegó a su fin esta potencia mundial? En la cúspide de su poderío, Medopersia tuvo que hacer frente a ciertas insurrecciones alentadas por los griegos en su frontera noroccidental. En aquel tiempo, Grecia estaba dividida en ciudades estado que guerreaban entre sí, pero que colaboraron para derrotar a las fuerzas persas en las decisivas batallas de Maratón y Salamina. Esto preparó el terreno para el declive de Medopersia y la supremacía de una Grecia unificada.

    Bajo la dirección de Zorobabel, casi cincuenta mil hombres israelitas recorrieron de 800 a 1.600 kilómetros (dependiendo de la ruta) para regresar a Jerusalén. Allí se encontraron con una penosa situación económica, pues la tierra había permanecido desolada durante siete décadas. Lo primero que los repatriados hicieron para reanudar la adoración verdadera fue reconstruir el altar y ofrecer sacrificios a Jehová. En el otoño del año 537 a.E.C. celebraron la fiesta de las Cabañas (Jer 25:11; 29:10), y luego colocaron los cimientos de la casa de Jehová.

    LIBROS BÍBLICOS DE ESTE PERÍODO

    Daniel
    Ageo
    Zacarías
    Ester
    Salmos (parte)
    1 y 2 Crónicas
    Esdras
    Nehemías
    Malaquías

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  14. La influencia de Grecia y Roma en el pueblo judío
    Imperio griego

    [img] https://farm4.staticflickr.com/3949/15447428617_0a0f9bb443_b.jpg [/img]

    LA EXPANSIÓN del que se convertiría en el Imperio griego comenzó en las montañas de Macedonia, donde Alejandro, un joven de apenas 20 años, dirigió su ambiciosa mirada hacia el oriente. En 334 a.E.C. cruzó con su ejército el Helesponto (Dardanelos), estrecho que separa Europa de Asia. Cual ágil “leopardo”, los griegos emprendieron una serie de rápidas conquistas (Da 7:6). Se impusieron a los persas cerca de Troya, en las llanuras del río Gránico, y en Isos les infligieron una derrota decisiva.

    Luego invadieron Siria y Fenicia, y tras siete meses de asedio capturaron la ciudad de Tiro (Eze 26:4, 12). Perdonando Jerusalén, Alejandro tomó Gaza y, ya en Egipto, fundó Alejandría, llamada a ser un importante centro comercial y académico (Zac 9:5). Después de cruzar nuevamente la Tierra Prometida, derrotó otra vez a los persas en Gaugamela, cerca de las ruinas de Nínive.

    Desde allí se dirigió hacia el sur con el fin de tomar Babilonia, Susa y Persépolis, las capitales administrativas del Imperio persa, para entonces avanzar velozmente a través de sus dominios hasta alcanzar el río Indo, en lo que ahora es Paquistán. En tan solo ocho años, Alejandro conquistó la mayor parte del mundo conocido de aquel tiempo. Pero en 323 a.E.C., a los 32 años de edad, la malaria segó su vida en Babilonia (Da 8:8).

    La Tierra Prometida sufrió una intensa influencia helénica. Algunos veteranos del ejército de Alejandro se establecieron en ella, y para el siglo primero existía la Decápolis, una federación de ciudades de habla griega (Mt 4:25; Mr 7:31). Las Escrituras Hebreas se habían traducido al griego, y el koiné (griego común) fue el idioma internacional que contribuyó a la difusión de las enseñanzas cristianas.

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  15. Imperio romano

    ¿Qué sucedía mientras tanto en occidente? Roma, que apenas había sido un conjunto de pueblos a orillas del Tíber, fue ganando importancia hasta que su eficiencia militar y centralización política le permitieron anexionarse uno tras otro los territorios controlados por cuatro de los generales de Alejandro. Para el año 30 a.E.C. era evidente la supremacía del Imperio romano, la primera manifestación de la “bestia [...] espantosa” que Daniel contempló en una visión (Da 7:7).
    Imperio romano

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    Sus dominios se extendieron desde Britania hasta el norte de África y desde el océano Atlántico hasta el golfo Pérsico. Puesto que su imperio rodeaba el Mediterráneo, los romanos lo llamaron Mare Nostrum (Mar Nuestro).

    La tierra de los judíos llegó a ser parte del imperio, de modo que en ella también se dejó sentir la influencia de Roma (Mt 8:5-13; Hch 10:1, 2). Jesús se bautizó y murió durante el mandato del emperador Tiberio. Algunos gobernantes romanos persiguieron sin piedad a los cristianos, pero no pudieron acabar con la fe verdadera. Después de trece siglos de existencia, el imperio sucumbió a los ataques de las tribus germánicas del norte y de invasores nómadas del este.

    Imperio griego

    Tras la muerte de Alejandro, cuatro de sus generales se repartieron su inmenso imperio

    ▪ Casandro

    ▫ Lisímaco

    ○ Tolomeo I

    • Seleuco I

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  16. Jesús “en el país de los judíos”

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    CUANDO dio testimonio a Cornelio, el apóstol Pedro mencionó lo que Jesús había hecho “tanto en el país de los judíos como en Jerusalén” (Hch 10:39). ¿En qué regiones cree usted que el Hijo de Dios llevó a cabo su histórico ministerio?

    “El país de los judíos” incluía Judea, donde Jesús realizó parte de la obra que Dios le había encomendado (Lu 4:44). Tras su bautismo, estuvo cuarenta días en el desierto de Judá (o Judea), región bastante árida y desolada frecuentada por rebeldes y bandidos (Lu 10:30). Posteriormente, viajando hacia el norte desde Judea le predicó a una mujer samaritana cerca de Sicar (Jn 4:3-7).

    Un repaso de los Evangelios muestra que Jesús concentró sus esfuerzos en Galilea. Aunque viajó a Jerusalén, al sur, para las fiestas anuales, pasó la mayor parte de los primeros dos años de su ministerio en el norte de la Tierra Prometida (Jn 7:2-10; 10:22, 23). Por ejemplo, cerca del mar de Galilea o sobre sus aguas expuso gran número de notables enseñanzas y ejecutó asombrosos milagros. Recuerde que calmó sus embravecidas olas y hasta caminó sobre ellas, y que predicó desde barcas a las muchedumbres que lo escuchaban en sus orillas pedregosas. Sus primeros y más íntimos discípulos procedían de comunidades pesqueras y agrícolas de los alrededores (Mr 3:7-12; 4:35-41; Lu 5:1-11; Jn 6:16-21; 21:1-19).

    El centro desde el que Jesús expandió su ministerio galileo fue la ribereña Capernaum, “su propia ciudad” (Mt 9:1). Se hallaba en una colina, no muy lejos de donde pronunció el célebre Sermón del Monte. En ocasiones se trasladó en barca desde las proximidades de Capernaum hasta Magadán, Betsaida u otros lugares cercanos.

    Observe que la “propia ciudad” de Jesús no distaba mucho de Nazaret, donde había crecido, ni de Caná, donde convirtió el agua en vino, ni de Naín, donde resucitó al hijo de una viuda, ni de Betsaida, donde alimentó milagrosamente a 5.000 hombres y devolvió la vista a un ciego.

    Tras la Pascua del año 32 E.C., Jesús viajó al norte hacia los puertos fenicios de Tiro y Sidón, y luego extendió su ministerio a algunas de las diez ciudades helenizadas conocidas como la Decápolis. Estaba cerca de Cesarea de Filipo (F2) cuando Pedro lo reconoció como el Mesías, y poco después tuvo lugar la transfiguración, quizá en el monte Hermón. Más tarde predicó en la región de Perea, al otro lado del Jordán (Mr 7:24-37; 8:27–9:2; 10:1; Lu 13:22, 33).

    Durante su última semana en la Tierra, Jesús estuvo con sus discípulos en Jerusalén —“la ciudad del gran Rey”— y sus alrededores (Mt 5:35). Puede localizar en el mapa algunas poblaciones vecinas mencionadas en los Evangelios, como Emaús, Betania, Betfagué y Belén (Lu 2:4; 19:29; 24:13; véase el recuadro “Zona de Jerusalén”, pág. 18).

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  17. La Tierra Prometida (en los días de Jesús)

    Ciudades de la Decápolis

    E5 Hipo(s)

    E6 Pela

    E6 Escitópolis

    F5 Gadara

    F7 Gerasa

    G5 Dion

    G9 Filadelfia

    H1 Damasco

    H4 Rafana

    I5 Canata

    A11 Gaza

    B6 Cesarea

    B8 Jope

    B9 Lida

    B12 Beer-seba

    C4 Tolemaida

    C8 SAMARIA

    C8 Antípatris

    C8 Arimatea

    C9 Emaús

    C10 JUDEA

    C11 Hebrón

    C12 IDUMEA

    D1 Sidón

    D2 Tiro

    D3 FENICIA

    D4 GALILEA

    D4 Caná

    D5 Séforis

    D5 Nazaret

    D5 Naín

    D7 Samaria

    D7 Sicar

    D9 Efraín

    D9 Betfagué

    D9 Jerusalén

    D9 Betania

    D10 Belén

    D10 Herodión

    D10 DESIERTO DE JUDÁ

    D12 Masada

    E4 Corazín

    E4 Betsaida

    E4 Capernaum

    E4 Magadán

    E5 Tiberíades

    E5 Hipo(s)

    E6 Betania(?) (al otro lado del Jordán)

    E6 Escitópolis

    E6 Pela

    E6 Salim

    E6 Enón

    E9 Jericó

    F1 ABILENE

    F2 Cesarea de Filipo

    F4 Gamala

    F5 Abila(?)

    F5 Gadara

    F7 PEREA

    F7 Gerasa

    G3 ITUREA

    G5 Dion

    G6 DECÁPOLIS

    G9 Filadelfia

    H1 Damasco

    H3 TRACONÍTIDE

    H4 Rafana

    H12 ARABIA

    I5 Canata

    [Montañas]

    D7 Mte. Ebal

    D7 Mte. Guerizim

    F2 Mte. Hermón

    [Masas de agua]

    B6 Mar Mediterráneo (Mar Grande)

    E4 Mar de Galilea

    E10 Mar Salado (Mar Muerto)

    [Ríos]

    E7 Río Jordán

    [Fuentes y pozos]

    D7 Fuente de Jacob

    Vista hacia el sudoeste del mar de Galilea y la llanura de Genesaret. Capernaum aparece en primer plano, a la izquierda
    El monte Guerizim era el centro de adoración de los samaritanos. En segundo plano, el monte Ebal

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  18. Jerusalén y el templo que Jesús conoció
    Jerusalén y el templo de Herodes

    [img] https://farm4.staticflickr.com/3953/15448859150_0514bc31e2_b.jpg [/img]

    POCO después de que Jesús naciera, José y María lo llevaron a Jerusalén, la ciudad en la que su Padre celestial había colocado Su nombre (Lu 2:22-39). A la edad de 12 años se hallaba de nuevo allí para la Pascua, asombrando con su entendimiento a los maestros en el templo (Lu 2:41-51). Las labores del conjunto del templo fueron parte del programa de construcción de Herodes el Grande y duraron “cuarenta y seis años” (Jn 2:20).

    En su ministerio, Jesús asistió a varias fiestas en Jerusalén, donde a menudo enseñó a multitudes. En dos ocasiones expulsó a cambistas y mercaderes del patio del templo (Mt 21:12; Jn 2:13-16).

    Al norte del templo, en el estanque llamado Betzata, curó a un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años. El Hijo de Dios también sanó a un ciego enviándolo a lavarse al estanque de Siloam, en el sur de la ciudad (Jn 5:1-15; 9:1, 7, 11).

    Jesús visitaba con frecuencia a sus amigos Lázaro, María y Marta, quienes vivían en Betania, “como a tres kilómetros” al este de Jerusalén (Jn 11:1, 18, nota; 12:1-11; Lu 10:38-42; 19:29; véase “Zona de Jerusalén”). Unos días antes de morir, Jesús se dirigió a Jerusalén pasando por el monte de los Olivos. Imagínelo deteniéndose para mirar hacia el oeste y llorar por la ciudad que tenía a sus pies (Lu 19:37-44). El panorama que contemplaron sus ojos debió de ser parecido al que vemos en la parte superior de la página siguiente. Luego entró en Jerusalén a lomos de un asno, probablemente por una de las puertas situadas al este, mientras las multitudes lo aclamaban como el futuro Rey de Israel (Mt 21:9-12).

    Los trascendentales sucesos que precedieron a su muerte ocurrieron en lugares de Jerusalén o sus cercanías: el jardín de Getsemaní, donde oró a su Padre; el salón del Sanedrín; la casa de Caifás; el palacio del gobernador Pilato y, por último, el Gólgota (Mr 14:32, 53–15:1, 16, 22; Jn 18:1, 13, 24, 28).

    Ya resucitado, se apareció a los discípulos en Jerusalén y sus alrededores (Lu 24:1-49). Y más tarde ascendió a los cielos desde el monte de los Olivos (Hch 1:6-12).


    Jerusalén y el templo de Herodes

    El templo

    1. Santísimo

    2. Santo

    3. Altar de la ofrenda quemada

    4. Mar fundido

    5. Atrio de los sacerdotes

    6. Atrio de Israel

    7. Atrio de las mujeres

    8. Atrio de los gentiles

    9. Barrera (Soreg)

    10. Columnata real

    11. Columnata de Salomón

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  19. La difusión del cristianismo

    EN EL monte de los Olivos, cerca de Betania, Jesús encomendó a sus discípulos una labor predicadora que cambiaría el curso de la historia. El mensaje comenzaría a difundirse a unos tres kilómetros al oeste de allí, en Jerusalén, y, tras alcanzar las vecinas Judea y Samaria, llegaría “hasta la parte más distante de la tierra” (Hch 1:4, 8, 12).

    [img] https://farm4.staticflickr.com/3932/15631901631_4006b5cf69_b.jpg [/img]

    Poco después de que Jesús pronunciara esas palabras, la fiesta de Pentecostés congregó a judíos y prosélitos de todo el Imperio romano, de las regiones indicadas en el mapa. El discurso que el apóstol Pedro les dirigió aquel día sentó las bases para la veloz difusión del cristianismo (Hch 2:9-11).
    La difusión del cristianismo

    La persecución desatada en Jerusalén no tardó en dispersar a los discípulos. Pedro y Juan contribuyeron a que los samaritanos oyeran y abrazaran las buenas nuevas (Hch 8:1, 4, 14-16). A raíz del testimonio de Felipe a un etíope en el camino que iba “de Jerusalén a Gaza” a través del desierto, el cristianismo llegó a África (Hch 8:26-39). Por ese entonces, el mensaje produjo fruto en Lida, situada en la llanura de Sarón, y en el puerto de Jope (Hch 9:35, 42). Desde allí, Pedro fue a Cesarea y ayudó al oficial romano Cornelio, así como a sus parientes y amigos, a convertirse en cristianos ungidos por espíritu (Hch 10:1-48).

    Viajes de Pablo

    [img] https://farm6.staticflickr.com/5615/15448684337_796b57bd88_b.jpg [/img]

    Pablo, antiguo perseguidor, llegó a ser el apóstol a las naciones, así que realizó por tierra y mar tres recorridos misionales y un viaje a Roma. Tanto él como otros cristianos propagaron las buenas nuevas a numerosas poblaciones del Imperio romano. Pablo expresó el deseo de ir a España (véase la pág. 2), y Pedro estuvo en el oriente, en la lejana ciudad de Babilonia (1Pe 5:13). Bajo la dirección de Cristo, los discípulos difundieron el cristianismo por todas partes. Para los años 60 ó 61 E.C., ‘las buenas nuevas se habían predicado en toda la creación que estaba bajo el cielo’ (Col 1:6, 23). Desde entonces han llegado literalmente “hasta la parte más distante de la tierra”.

    LLEGARON DE...

    Los judíos y prosélitos que oyeron las buenas nuevas en el Pentecostés de 33 E.C. eran de Partia, Media, Elam, Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Roma, Creta y Arabia. Muchos de ellos se bautizaron. ¿Qué cree que hicieron cuando regresaron a su tierra?

    SIETE CONGREGACIONES

    Jesús envió mensajes a siete congregaciones de Asia Menor. Observe dónde estaban ubicadas: Éfeso y Esmirna, en la costa; Pérgamo, Filadelfia y Laodicea, en el interior; Tiatira, a orillas de un río, y Sardis, en una importante ruta comercial. Los restos desenterrados de estas ciudades confirman que la Biblia hizo alusión a lugares reales.

    La difusión del cristianismo

    Zonas a las que no tardaron en llegar las buenas nuevas

    B1 ILÍRICO

    B1 ITALIA

    B1 Roma

    C1 MACEDONIA

    C2 GRECIA

    C2 Atenas

    C2 CRETA

    C3 Cirene

    C3 LIBIA

    D1 BITINIA

    D2 GALACIA

    D2 ASIA

    D2 FRIGIA

    D2 PANFILIA

    D2 CHIPRE

    D3 EGIPTO

    D4 ETIOPÍA

    E1 PONTO

    E2 CAPADOCIA

    E2 CILICIA

    E2 MESOPOTAMIA

    E2 SIRIA

    E3 SAMARIA

    E3 Jerusalén

    E3 JUDEA

    F2 MEDIA

    F3 Babilonia

    F3 ELAM

    F4 ARABIA

    G2 PARTIA

    [Masas de agua]

    C2 Mar Mediterráneo

    D1 Mar Negro

    E4 Mar Rojo

    F3 Golfo Pérsico

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  20. Viajes de Pablo

    Primer viaje misional (Hch 13:1–14:28)

    H3 Antioquía (de Siria)

    H3 Seleucia

    G4 CHIPRE

    G3 Salamina

    G4 Pafos

    G3 PANFILIA

    F3 Perga

    F3 PISIDIA

    F2 Antioquía (de Pisidia)

    G2 Iconio

    G2 LICAONIA

    G2 Listra

    G3 Derbe

    G2 Listra

    G2 Iconio

    F2 Antioquía (de Pisidia)

    F3 PISIDIA

    G3 PANFILIA

    F3 Perga

    F3 Atalia

    H3 Antioquía (de Siria)

    Segundo viaje misional (Hch 15:36–18:22)

    H3 Antioquía (de Siria)

    H3 SIRIA

    H3 CILICIA

    H3 Tarso

    G3 Derbe

    G2 Listra

    G2 Iconio

    F2 Antioquía (de Pisidia)

    F2 FRIGIA

    G2 GALACIA

    E2 MISIA

    E2 Troas

    E1 SAMOTRACIA

    D1 Neápolis

    D1 Filipos

    C1 MACEDONIA

    D1 Anfípolis

    D1 Tesalónica

    D1 Berea

    C2 GRECIA

    D2 Atenas

    D2 Corinto

    D3 ACAYA

    E2 Éfeso

    G4 Cesarea

    H5 Jerusalén

    H3 Antioquía (de Siria)

    Tercer viaje misional (Hch 18:22–21:19)

    H3 SIRIA

    H3 Antioquía (de Siria)

    G2 GALACIA

    F2 FRIGIA

    H3 CILICIA

    H3 Tarso

    G3 Derbe

    G2 Listra

    G2 Iconio

    F2 Antioquía (de Pisidia)

    E2 Éfeso

    E2 ASIA

    E2 Troas

    D1 Filipos

    C1 MACEDONIA

    D1 Anfípolis

    D1 Tesalónica

    D1 Berea

    C2 GRECIA

    D2 Atenas

    D2 Corinto

    D1 Berea

    D1 Tesalónica

    D1 Anfípolis

    D1 Filipos

    E2 Troas

    E2 Asón

    E2 Mitilene

    E2 QUÍOS

    E2 SAMOS

    E3 Mileto

    E3 Cos

    E3 RODAS

    F3 Pátara

    H4 Tiro

    H4 Tolemaida

    G4 Cesarea

    H5 Jerusalén

    Viaje a Roma (Hch 23:11–28:31)

    H5 Jerusalén

    G4 Cesarea

    H4 Sidón

    F3 Mira

    F3 LICIA

    E3 Cnido

    D3 CRETA

    D4 CAUDA

    A3 MALTA

    A3 SICILIA

    A3 Siracusa

    A1 ITALIA

    B2 Regio

    A1 Puteoli

    A1 Roma

    Rutas principales
    [Siete congregaciones]

    E2 Pérgamo

    E2 Tiatira

    E2 Sardis

    E2 Esmirna

    E2 Éfeso

    F2 Filadelfia

    F2 Laodicea

    [Otros lugares]

    E3 PATMOS

    F2 Colosas

    F5 Alejandría

    F5 EGIPTO

    G1 BITINIA

    G5 Jope

    G5 Lida

    G5 Gaza

    H1 PONTO

    H2 CAPADOCIA

    H4 Damasco

    H4 Pela

    [Masas de agua]

    D4 Mar Mediterráneo

    Anfiteatro de Mileto, la ciudad en la que Pablo se reunió con los ancianos de Éfeso

    Altar de Zeus, en Pérgamo. Los cristianos de esta ciudad moraban ‘donde estaba el trono de Satanás’ (Rev 2:13)

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